10 de enero de 2014

Kaurismäki, kafka y los niños emboscados.

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Detrás del follaje distante pasaba un tren, todos los vagones estaban iluminados, las ventanillas herméticamente cerradas. Uno de nosotros entonaba una cantinela, pero todos queríamos cantar, nuestras voces eran más veloces que el tren, balanceábamos los brazos porque las voces no bastaban, las voces nos arrastraban a un tumulto que nos hacía bien. Cuando una voz se mezcla con otras es como si se lo llevaran a uno con un anzuelo.

Así de espaldas al bosque cantábamos para los oídos de los viajeros lejanos. En el pueblo los mayores seguían despiertos, las madres preparaban las camas para la noche, ya era la hora. Besaba al que estaba a mi lado, ofrecía mi mano a los tres que estaban más cerca y echaba a correr por el camino sin que nadie me llamara.
En el primer cruce donde ya no pudieran verme me volvía y atravesando campos retornaba al bosque. 




Quise ir a la ciudad del sur
 de ella decían en nuestro pueblo:
        allí hay gente extraña, imagínense, no duermen,
Pero por qué,
        porque nunca están cansados,
Pero por qué,
        porque están locos
¿Y los locos nunca se cansan?
        cómo van a cansarse los locos

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Lo que se está leyendo pertenece a "Niños en la carretera" de Franz Kafka.
Ocurre en la película de Aki Kaurismäki El Havre

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