Siendo tan pocos los haberes, un viaje bastó para transportar, en la cabeza de Blimunda y a las espaldas de Baltasar, el fardo y el atadijo a que se resumió todo. Descansaron aquí y allí en el camino, callados, ni qué decir tenían, si hasta la simple palabra sobra si es la vida la que está cambiando, mucho más si somos nosotros los que cambiamos con ella. En cuanto a la levedad del fardo, así debería ser siempre el equipaje, llevar consigo mujer y hombre lo que tienen, y cada uno de ellos al otro, para no tener que volver sobre los mismos pasos, es siempre tiempo perdido y basta.
José Saramago
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fotografía DANIEL MORDZINSKI
Cuando la atmósfera tiembla / Manuel Rivas
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