29 de marzo de 2011

Una interrupción más larga que la coma.

Podría... Quizás yo...
Hoy por la mañana, a la luz del día; me lo pregunto.
Ël es el profesor, ha impartido muchas clases; sabrá lo que dice.
Mas, cuando nos dice que nos olvidemos de los punto y coma,  que optemos directamente por el punto o por la coma;  yo siento que no quiero ser su alumna.
Creo que, finalmente, no seguiré acudiendo a estas clases de escritura creativa.

Y me sabe mal. Mis compañeros son estupendos; estoy sentada entre dos Pilares y Manuel y Vicente cuentan deliciosas historias muy cortas en los momentos en que el profe nos da la espalda porque se le cuelga el Windows.
Cada vez que esto sucede, los alumnos tenemos unos preciosos minutos para nosotros mismos. Recuperamos nuestros oídos y nuestras bocas. Manuel hoy nos contaba de antes del divorcio, cuando en las familias de clase media española, uno de los dos esposos, casi siempre el marido, decía:  "ahí te quedas"  y se marchaba a la Argentina. La esposa en su casa, recibía exóticas postales, envidiables imágenes de un mundo lejano; sin embargo jamás hablaba de ello con sus hermanas. Guardaba las postales en lugares secretos. Y no tardaba en llegar el día en que anunciaba que era viuda.




Hemos tenido que dejar el relato 
en un momento intrigante; 
en el comienzo de lo exótico.


*