26 de enero de 2013

Cosas transparentes / Nabokov



          Aquí está la persona que necesito. ¡Hola, persona! No me oye.
Tal vez si existiera el futuro, concreta e individualmente, como algo que un cerebro superior pudiera discernir, el pasado no sería tan seductor: sus exigencias estarían equilibradas por las del futuro. Entonces las personas podrían sentarse a horcajadas en el centro del balancín cuando examinaran este o aquel objeto. A lo mejor sería divertido.
Pero el futuro carece de semejante realidad (como la poseen el pasado que nos representamos mentalmente o el presente que percibimos); el futuro no es más que una figura retórica, un espectro del pensamiento.
¡Hola, persona! ¿Qué ocurre? No tires de mí. No le estoy molestando, de veras. Oh, de acuerdo.
          Hola, persona… (por última vez, en voz muy baja).

  



Cuando nosotros nos concentramos en un objeto material, sea cual fuere su situación puede provocar nuestra caída involuntaria en la historia de ese objeto. Los principiantes han de aprender a deslizarse apenas sobre la materia si quieren que la materia permanezca en el nivel exacto del momento. ¡Cosas transparentes, a través de las cuales brilla el pasado!

Resulta especialmente difícil mantener en un enfoque superficial los objetos artificiales o naturales, inertes en sí mismos, pero muy utilizados por seres vivos despreocupados (usted piensa, y con toda razón, en una piedra en la ladera de un cerro sobre la que se han deslizado una multitud de animalillos en el curso de incalculables estaciones): los principiantes atraviesan la superficie, tarareando alegremente para sus adentros, y pronto se recrean con infantil abandono en la historia de esta piedra, de ese brezo. Me explicaré. Una ligera película de realidad inmediata se extiende sobre la materia natural y artificial, y quienquiera que desee permanecer en el ahora, con el ahora, sobre el ahora, debe tener cuidado de no romper esa película. De lo contrario, el inexperto taumaturgo ya no se verá andando sobre las aguas, sino descendiendo verticalmente entre peces que le contemplan asombrados. Más dentro de un momento.